"Tenía este Marcovaldo un ojo poco adecuado a la vida de la ciudad: carteles, semáforos, escaparates, rótulos luminosos, anuncios, por estudiados que estuvieran para atraer la atención, jamás detenían su mirada, que parecía vagar por las arenas del desierto".
Marcovaldo, un obrero, padre de familia numerosa y subalimentada, es un hombre con problemas económicos, y el progreso urbano no lo beneficia: para él no es sino una escalada depredadora que le causa melancolía.
Texto delicioso, Marcovaldo o sea las estaciones en la ciudad, es, como todas las obras de Italo Calvino, una tierna invitación a la reflexión sobre las circunstancias de la vida urbana y la relación del habitante de la ciudad con una naturaleza que solo se le insinúa y apenas lo roza.
La vitalidad de estos relatos es tributaria no solo de su motivación argumental sino también de la profunda energía poética que los impulsa.
Marcovaldo se compone de veinte relatos. Cada uno está dedicado a una estación; el ciclo de las cuatro estaciones se repite por tanto cinco veces.
Todos los relatos tienen el mismo protagonista, Marcovaldo, y siguen más o menos el mismo esquema. El texto de presentación dice: "En medio de la ciudad de cemento y asfalto, Marcovaldo va en busca de la Naturaleza. Pero ¿aún existe? La que él encuentra es una naturaleza rencorosa, contrahecha, comprometida con la vida artificial. Personaje bufo y melancólico, Marcovaldo protagoniza una serie de fábulas modernas", es la última encarnación de una serie de cándidos héroes pobre diablos a lo Charlot, con una particularidad: la de ser un "hombre de la Naturaleza", un "Buen Salvaje" exiliado en la ciudad industrial. ¿Libro para niños? ¿Libro para jóvenes? ¿Para adultos? O más bien, ¿es un libro en el que el autor expresa su propia relación, perpleja e interrogante, con el mundo.
Italo Calvino