Los caminos a través de los que la poesía decide rebelarse al hombre son tan enigmáticos como aquellos trazados por lo místico. Así, el poeta, aunque no lo quiera, siempre “revela”, nos enseña a través de su decir poético eso que está más allá de la palabra, que, aunque no deja de ser palabra, ya es otra cosa. Igual modo, cuando el poeta decide cruzar las fronteras de la palabra hacia la imagen, la quimera resultante es ocasión para la celebración poética: la poesía no tiene caminos, sino oportunidades.
Sabedor de esto, el poeta uruguayo, Clemente Padín, quién ha luchado batallas dentro y fuera de la página, ofrece estas Poseías tanto la posesión, como el abandono del decir poético; la esperanza, como la denuncia provocada por la ceguera de la opresión; la experimentación tipográfica, visual, sonora como un lirismo puro. Nos ofrece una guía poética para comprender el camino de un hombre en la plenitud de sus facultades poéticas decida entregarnos su poesía completa.
Quizá no sé siempre fácil el recorrido por estas páginas gustosas de los retos, y lo celebro, porque el decir poético es un decir, sí, del sentimiento, pero que parte de la inteligencia, del pensamiento filosófico: es una suerte de ontología de la conciencia … que, aunque difícil, siempre será gozosa.
Así, en estas Poseías Padín da cuenta de su tránsito poético, demostrando que tras los horrores de la vida ofrece a diario, hay siempre una claraboya que mirar es infinito océano de la imaginación poética: inicio del corazón y acaban la letra.