Superar el equilibrio entre ficción e información fue el gran reto de Todos los caminos son nuestros donde se pudo disfrutar la dimensión lírica con descripciones interesantes de la vida de los gitanos, contadas a partir de los personajes que conforman la novela. Contradicciones que la cruzan en el sentido de una construcción de identidad nos permitieron gozar de una apología de tolerancia racial, del amor y la familia.
Mesurada descripción de argumentos sociológicos e históricos, en función del contenido, nos llevaron a comprender el misticismo gitano, coincidiendo con Gasché (2008), en su crítica del concepto de interculturalidad y las concepciones utópicas. La trama narrativa se fue desarrollando en sentido lógico desde sus causas, consecuencias y resolución, logrando un equilibrio entre detalles de cada evento, haciendo una conexión de causa-efecto para lograr un desenlace programado de forma amena.
La escritora Merced Sarahí Jarquín Ortega en Todos los caminos son nuestros, demanda adentrarse en el significado de un conocimiento tácito de aprendizajes, involucrando creencias, costumbres, valores o puntos de vista a nivel de subconsciente que han manejado los gitanos para definir su mística. En palabras del doctor Heinz Ascona, personaje escéptico en la novela, cabe en su decir: “llegar a un conocimiento explícito es identificar qué elementos del conocimiento tácito podrían ser capturados para codificar el pensamiento del gitano actual”.
“Yo también estuve en Ailleurs Ayer es hoy. Los días de la abundancia del corazón no se apagarán nunca”
Roberto Martínez Garcilazo