En este libro se sentencia la vida tal cual es. Se juega alrededor de las instituciones que conforman nuestra realidad para molerla a gritos, a himnos, y acaso trazar así un posible rumbo para nuestras ciudades. Es político, es ético, es trágico. Es una fisura modesta por donde se cuela el devenir de un país que expira últimos alientos, al menos tal cual lo conocemos. Es un canto de dolor, pero también atestigua el humor con que demolimos nuestros hogares. También, no evidente, es una esperanza. Todavía suposiciones para un país que ya no no es un libro irónico. Al contrario, el testimonio poético que Toledo ejerce en cada uno de los poemas, sentencia nuestro imaginario, nos inquieta, nos agita, nos angustia, porque la realidad sobresale de la mesa y la olemos. Es un libro que urge en las calles y dentro de las casas de todos los que nos dolemos de estas urbes que conforman el país (ruinoso), por el que a ratos todavía luchamos, todavía decimos.