El ensayo de Michel de Montaigne De los libros es uno de sus textos más importantes. «Solo busco en los libros el gusto que me proporcione un honrado entretenimiento; o, si estudio, solo busco la ciencia que trate del conocimiento de mí mismo y que me instruya en un bien morir y un bien vivir. […] »Con las dificultades, si con ellas me topo al leer, no me como las uñas; ahí se quedan tras haber arremetido contra ellas una o dos veces. Si me quedase plantado, me perdería y perdería el tiempo, porque tengo un carácter impulsivo: lo que no vea de primeras menos lo veré si me empeño. Nada hago si no es con buen humor, y el empeño y la presión excesiva me ciegan el entendimiento, lo amohína y lo cansa. Se me turban y se me distraen los ojos, tengo que apartarlos y volverlos a fijar a trompicones: de la misma forma que para apreciar el brillo del escarlata nos ordenan que pasemos la vista por encima y en varias veces, apartándola de golpe y volviendo a mirar luego. Si tal libro me resulta enojoso, tomo otro y no me dedico a aquel más que en las horas en que empieza a adueñarse de mí el hastío de no hacer nada. No me intereso en los recientes, porque los de los Antiguos me parecen más completos y más recios; ni en los griegos, porque mi criterio no sabe ejercitarse de verdad cuando entiendo de forma pueril y como un aprendiz».