Muerte a dos tintas
Quisiera comenzar por besarte las rodillas
para hincarte al polvo del deseo
y supliques en mi altar que te devuelva
la mocedad, el pudor y los sueños;
continuaré después indagando en tus secretos
para torcer los vientos de esta historia...
He de saltar los pasos que a tu boca
me llevaran si aún te respetara.
Si en la piedad tu ser no profanara,
soltarías tirantes y botones
y de los pies subiera hasta tu cuello,
haciendo altos vertebrales
o tomando a traición una revancha,
atacando la cañada de aquel fuego
que incendiara mi numen y mi centro:
brasa todo yo, cenizas toda tú;
seremos salamandras con piel nueva
contra cualquier desierto y más peligros.
Proseguiré después por el ombligo,
turnando con la liba de tus frentes
y hará mi lengua tiernas acrobacias
para robarte aliento, gritos y promesas
hasta donde no puedas detenerte
ni encuentres la manera de alejarme.
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