Altares de Francisco Magaña es un poemario en donde el autor continúa con la meditación religiosa de otros de sus libros, como Maitines, y en el cual rinde homenaje a sus admiraciones y cariños, en busca de una poesía densa a la ves que transparente, construida por la afectividad y la voluntad de la vida. En su poesía Magaña combina la velocidad punzante del verso breve, las rimas y sinestesías como guiños al lector, y la irrupción del aforismo y la prosa, como en un diario lírico de la existencia. En su obra se dan cita tato la tradición religiosa acendrada en la poesía mexicana -Othón, López Velarde, González de León, Plascencia, Enriqueta Ochoa, Concha Urquiza- como la capacidad autoreflexiva del género sobre su propio acontecer, y es asi poesía emotiva y poesía reflexiva sin encontrar contradicción en los términos; más que poesía del arrebato místico, lírica de la iluminación revelada, de la aparición de la luz, protagonista de casi todos sus libros. En Altares recurre a la tipografía -cursivas, mayúsculas, redondas- para diferenciar voces y niveles y entregar a sus lectores un poemario que es una ofrenda en el altar de la vida, sobre todo esa vida vivida en la que el prójimo y la familia son esenciales.