Cada vez que nace una persona en la familia de Godofredo, se siembra un árbol, cuya madera sirve de ataúd para cuando dicha persona fallezca. Otros familiares encuentran su destino en viajes tan impredecibles como las formas de una nube, o relatan cuentos de un libro que tiene las páginas en blanco, o escriben la historia universal de la felicidad, o viven con una esquirla revolucionaria junto al corazón. Son tantos sus abuelos, abuelas, tíos, tías, primos, primas y amigos que no falta quien padece mal de amores, la que está obsesionada con el movimiento de los astros, el hacedor de música cuando el cine aún era silente, los coleccionistas de mundos extraños y el que asegura con datos, fechas y evidencias que todo es producto de conspiraciones secretas.
Godofredo Olivares escribe sobre su estirpe, real o ficticia, desde treinta ángulos distintos para crear un álbum familiar en el que el lector, de pronto, puede verse retratado.