En Duermevela, sol negro se conjuga el frenesí de una búsqueda amorosa que a veces escala hasta lo desmesura. En esos versos del desasosiego se maridan la pérdida, la plenitud carnal y el inevitable distanciamiento entre los seres. Con recursos muy variados –diálogos, monólogos, humor, ironía, parodia, referencias cultas que alternan con lenguaje coloquial– el autor lanza, como fuegos de bengala, una plétora de metáforas que tienen un tenor ora abiertamente erótico, ora social y francamente político. Si los versos aquí presentes nunca carecen de intensidad, oscilando de la exaltación o la desesperación, es porque el poeta busca llevar a su lector en un periplo del corazón, donde la hipérbole y la utopía son dos paralelas destinadas a nunca encontrarse.
Françoise Roy