La vida de Natalia transcurre entre situaciones cotidianas y problemas que no ha sido capaz de resolver a lo largo de los últimos años de su vida, hasta que la muerte de su padre y mejor amigo la obliga a tomar consciencia de ello.
Víctima de una profunda tristeza, se cuestiona hasta qué grado está sola y la respuesta le resulta aterradora, pues cae en cuenta de que es ella la gran responsable del vacío que la habita, ya que siempre ha sido presa del miedo y el tedio.
Por su parte, André Baccili, pintor y diseñador, ha quebrantado una de las reglas del Jardín de las Certezas, un lugar utópico y de encuentros, por lo que lo ha puesto en riesgo. No obstante, le será otorgada una única oportunidad de absolución para evitar el castigo que le ha sido asignado.
Las historias convergen de distintas e inesperadas formas, reafirmando la premisa de que las casualidades no existen.