El discurso teatral áureo es uno de gran riqueza. Además de la complejidad de toda obra compuesta para ser representada sobre un espacio escénico, con los medios y recursos propios de la época de su creación, y según convenciones teatrales y concepciones culturales de un periodo específico, en la obra de teatro aurisecular hay que considerar la importancia que se daba al espectáculo teatral, en lo visual tanto como en lo sonoro y en lo sensorial en general, y que resultaba en una representación que constituía un verdadero banquete para los sentidos. A esto hay que añadir la complejidad retórica, poética, formal en los parlamentos de los personajes, complejidad que nace de una intención estética y de una concepción compositiva propias del periodo, y que tiene implicaciones significativas en lo dramático, así como repercusiones en la realización estética. El estudio de la obra teatral en función de y en relación con el discurso es imprescindible porque, sea en su escenificación o en su ergisro escrito, es la forma como se manifiestan sus diferentes aspectos, desde los subtextos, la trama y los personajes, hasta las indicaciones para la puesta en escena.