Cuando miramos el anverso de una figura tejida, o el negativo de una fotografía, vislumbramos sus secretos. Ignoramos cuáles son, pero intuimos que están allí. Los sentimos. Así sucede con los cuentos de Viridiana Carrillo. No vemos las sonrisas de la foto familiar: entramos en el negativo, en el envés del tejido, donde sus personajes deambulan imprecisos, trastabillantes. La vida es una niebla densa, pesada, pastosa, casi una sustancia en el pasaje difuso entre el sueño informe y la estricta vigilia. En esos límites endebles, donde cabe también lo extraordinario, vivimos sus relaciones personales, siempre enturbiadas, dentro de una naturaleza palpitante que sin embargo está muriendo siempre.
Así le sucede a una de sus protagonistas: “Afuera todo está muy oscuro, pudiera habitar cualquier cosa ahí y ella no lo sabría, nunca adivinaría qué la está mirando. Es tan cotidiano el no comprender jamás lo que no alcanza a ver…”.
Las historias de Antes del juego no tienen tiempo de inventarse una pantalla. Nos dicen que la vida no es la fotografía ni la figura tejida que queremos mostrar, sino su anverso.