Susana anhelaba a diario que fueran vacaciones para ir a visitar a sus abuelos. Ahí podía correr libremente entre la milpa y los árboles de mandarina, y escuchar a su abuela hablar sobre los increíbles seres invisibles que convivían con la gente del pueblo otomí.
* Esta contraportada corresponde a la edición de 2020. La Enciclopedia de la literatura en México no se hace responsable de los contenidos y puntos de vista vertidos en ella.