Un hombre descalzo en la nieve sopesa, en una mano, el cuerpo de una perdiz moribunda y lo compara con el peso del cielo en la otra. Todo y nada. ¿En qué mano está el todo y en qué mano está la nada? Escuche el viejo balbuceo, el de toda la vida, de Lascaux a Trappist-1, de Ishtar a María de Magdala, de Paderborn al Gualeguay, un plasma primigenio y final que se pronuncia: “ v^“. Como suena. Bienvenido a la casa de Asterión, pase usted, demórese, “el hechizo consiste en escuchar/ a la canción cantarse sola” y, créame, no tiene nada más importante que hacer por el momento.
Nicolás Alberte
La pregunta por la aventura de Cázares es la siguiente: ¿de dónde sale esta escritura? El desafío a lo verbal se plantea desde el título cuya cifra nada cambia al ser develada: una escritura sin término (esto es, una suma interminable) preciso donde operar, sin área demarcada, busca su inscripción en la memoria poética, esa sí, predeterminada en la modernidad.
Este es el nuevo desafío de Ricardo Cázares, emplazamiento habría que decir, a lo que la poesía confiada en su rigidez ontológica debe responder.
Eduardo Milán