En la lucha de los poetas por simbolizar la realidad, por descifrar la trama invisible del sentido que se entreteje detrás de la forma y apariencia, el autor se ha dado deliberadamente por vencido: ha dejado de intentar aprehender aquello que es, por su misma naturaleza, inaprehensible. Por el contrario, parece asumirse a sí mismo no tanto como creador, sino como un canal que permita el libre flujo de las imágenes. Más que invocar la poesía, se le deja hablar por sí misma. incluso en los poemas en los que la primera persona rompe su discreto silencio, lo hace lamentándose de los velos del nombre y el lenguaje, que la distancian irremediablmenete de la realidad que contempla. Así luchando por loberarse del lastre del sentido, cada poema se convierte en una instantánea del momento poético.
Traducción de Raúl Aceves y Yong-Tae Min.