Cada noche, en la habitación de Carlos aparece Imelda, una anciana de pinta amigable pero fantasmal, que parece haber perdido algo en aquella recámara. Estas apariciones a él le quitan el sueño. Hasta que un fin de semana Carlos y su mejor amigo, Fabián, se enterarán de que Imelda no es un espíritu de ultratumba, sino el personaje de un libro, uno que no tiene final feliz.
* Esta contraportada corresponde a la edición de 2020. La Enciclopedia de la literatura en México no se hace responsable de los contenidos y puntos de vista vertidos en ella.