Enciclopedia de la Literatura en México

Bom Crioulo

"Instintivamente, su mirada buscaba al pequeño, se inflamaba en un deseo ávido de verlo siempre, siempre, cerca de él, viviendo la misma vida de obediencia y trabajo, creciendo su lado como un hermano querido e inseparable.

"Por otra parte, estaba tranquilo porque la mayor prueba de amistad se la había dado Aleixo con una simple señal, con una simple mirada. Dondequiera que estuvieran habían de recordar aquella noche fría en que durmieron bajo las mismas sábanas en la proa de la corbeta, abrazados, como una pareja de novios en la plena lujuria de la primera cohabitación.

"Al pensar en eso, Bom-Crioulo sentía una fiebre extraordinaria de erotismo, un delirio invencible de gozo pederasta. Ahora comprendía nítidamente que sólo en los hombres, en sus semejantes, podía encontrar aquello que en balde había buscado en las mujeres."

Una de las mejores virtudes de Bom-Crioulo consiste en algo que Caminha logró descubrir o intuir: los homosexuales no son estereotípicos: nada más lejos de la figura lánguida y refinada de los personajes proustianos; nada más lejos de los hipersensibles e inteligentes protagonistas de las novelas de Foster y Gide; nada más lejos de los "jotos" del cine mexicano sesentero, que el negro Amaro, Bom-Crioulo: borracho, parrandero y jugador, pero también ingenuo, generoso, tierno, enloquecido por el amor.

Luis Zapata

* Esta contraportada corresponde a la edición de 1989. La Enciclopedia de la literatura en México no se hace responsable de los contenidos y puntos de vista vertidos en ella.