Diana Bracho ha sido premiada nacional e internacionalmente. Su impronta la encontramos en algunas de las películas más importantes del cine mexicano de la segunda mitad del siglo XX y principios del XXI: El castillo de la pureza (1973), dirigida por Arturo Ripstein, con impecable guión de José Emilio Pacheco; El cumpleaños del perro (1975), que ocupa un especial lugar en la filmografía de Jaime Humberto Hermosillo; Actas de Marusia (1976), de Miguel Littín, nominada al Óscar como mejor película; Las poquianchis (1976), diriga por Felipe Cazals; Yo no lo sé de cierto, lo supongo (1982), de Benjamín Cann; El secreto de Romelia (1988), de Busi Cortés, y Entre Pancho Villa y una mujer desnuda (1996) de Sabina Berman e Isabel Tardán, entre muchas otras.
De particular importancia son sus aportaciones a la actuación teatral, por medio de memorables interpretaciones en obras como Un tranvía llamado deseo de Tenesse Williams, Master Class de Terence McNally o Entre Pancho Villa y una mujer desnuda de Sabina Berman, por mencionar algunas. Por si fuera poco, la presencia de su talento en la televisión mexicana abarca un gran registro que va desde el teleteatro (Los miserables), hasta la telenovela (Cuna de lobos, Cadenas de amargura). Diana Bracho fue además una recordable presidenta de la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematrográficas.
A partir de una sincera charla entre amigos con el crítico cinematográfico Leonardo García Tsao, la actriz hace un recuento de su vida, de sus experiencias personales y de sus conceptos, construyendo un interesante e intenso relato. Así, el lector de estas páginas encontrará una historia en la que ante sus ojos se va revelando una Diana Bracho de carne y hueso; el ser humano lleno de conceptos; la amorosa madre, hija y compañera; la actriz de una sola toma.
Universidad de Guadalajara
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