El lector de La muerte no tiene vacaciones, cuya reminiscencia a Edmundo Valadés nos obliga a pensar en el destino, se convierte en un mudo testigo de las historias que pasan frente a su mirada. Antonia Cuevas Naranjo consigue sellar anécdotas sorpresivas a través de los pensamientos límite de sus personajes, principalmente individuos colapsados por la decepción y el deseo de venganza. Mujeres que intentan una resolución a la travesía doliente de sus vidas ordinarias
* Esta contraportada corresponde a la edición de 2015. La Enciclopedia de la literatura en México no se hace responsable de los contenidos y puntos de vista vertidos en ella.