Un día Manuel, bajó un fardo de leña hacia el rancho, pero llegó la tropa y no le dio tiempo de esconderse. La tía, viendo que podían matar a su sobrino que las proveía, no se le ocurrió más que levantarse la falda estando sentada en una silleta, y le dijo escóndete aquí y lo metió entre sus piernas.
Historias contadas por el pueblo, que dan la razón a toda esa generación de viejos que fueron mis abuelos, mis tíos y parientes que vivieron la Revolución y que decían: Que las guerras no son más que "Podas de pendejos".
Pero defendían la paz, con la pistola al cinto y el fusil en bandolera.
* Esta contraportada corresponde a la edición de 2019. La Enciclopedia de la literatura en México no se hace responsable de los contenidos y puntos de vista vertidos en ella.