“El teatro nace en verso como una forma de la poesía. Al vincularse con la prosa olvida, por completo, su hermandad con el canto y se aproxima a la narrativa. Mario Bojórquez en El Cerro de la Memoria regresa al génesis del teatro, escribiendo en verso de regularidad métrica y, además, fusiona diversos elementos modernos, produciendo un efecto de teatro experimental de actualidad. Bojórquez retoma los preceptos de Lope de Vega, en su Arte nuevo de hacer comedias, mezclándolos con su propuesta personal. Su cercanía con el verso de Calderón de la Barca en La vida es sueño y la estructura de pieza a la manera de Ibsen nos indica que la búsqueda de este “Poema dramatizado o drama poético” es la del retorno a los clásicos con una mirada desde este siglo, al igual que lo hizo Heiner Müller. En El Cerro de la Memoria los personajes de Mario Bojórquez deambulan en el plano de la irrealidad situándose entre la vida y la muerte, el sueño y la vigilia, la fantasía o la alucinación. “La muerte es superable” es una de la premisas de la obra y a través del desarrollo de la misma, la muerte se transmuta en memoria, la memoria la construyen los muertos, los muertos están vivos en el recuerdo y el recuerdo permanece para siempre.”
Glafira Rocha