A diferencia de la vida, la ciencia carece de límites. Los inconmensurables avances de la tecnología médica han prolongado, no siempre para bien, la vida. Cuando privan la desesperanza, el dolor, el sufrimiento y el desasosiego, y se prolonga la muerte por el uso inadecuado de la biomedicina, el ser humano tiene derecho a elegir cuándo y cómo morir. Adueñarse del final es un privilegio. Hacerlo dignifica a la persona, ilumina su historia y enaltece a quienes acompañan al enfermo y caminan a su lado el tramo final. Pensar en el final significa cavilar en la propia existencia, en la de los seres queridos y en el entorno inmediato.
En La morada infinita. Entender la vida, pensar la muerte, Arnoldo Kraus expone ideas sobre cómo se confronta y entiende, en la actualidad, el proceso de morir. Ofrece argumentos no maniqueos sobre eutanasia y suicidio asistido. Dignidad, independencia y el valor de la lealtad y la escucha recorren las páginas del libro.