Enciclopedia de la Literatura en México

Poemas en los que nunca es de noche

La poesía de Margarito Cuéllar es una estela luminosa que atraviesa las fronteras y se enreda en los abismos, lleva consigo el monólogo de una noche antigua, una noche mexicana cargada de signos y de presagios, lleva en su voz la arcana melodía del norte y del Potosí, las lunas rojas de los desiertos, pero también el lamento atávico de la madreselva que carcome recuerdos y palabras.

Siempre es de noche en la mano que escribe, pero el poeta está podrido de auroras, de insaciables juegos para destruir el tiempo. “El sabor de la sandía es rojo y el sueño del mar, ondulatorio. Una mujer desnuda pone en peligro el tráfico de sueños”. Las mujeres duermen, es el mundo el que sueña. Margarito Cuéllar traza un mapa sinuoso de ese sueño a través de la vegetación del lenguaje, intuye al pájaro y la biografía del aire, crea mundos diversos para descifrarlos, palpa en la sombra los labios de la luz antes de pronunciar el nombre del río que atravesarán sus palabras. Amanece, recoge las cenizas de la noche, con las yemas de los dedos escribe en las paredes de la aurora. Reseña la mirada de la niña más hermosa de la tribu. Así escribe Margarito Cuéllar, desde la vocal que está en la pirámide, desde la arquitectura verbal de una ciudad en llamas.

* Esta contraportada corresponde a la edición de 2019. La Enciclopedia de la literatura en México no se hace responsable de los contenidos y puntos de vista vertidos en ella.