El ejercicio plástico en la poesía de Marco Antonio Murillo es epifánico, el mar es su diapasón y la ventana por donde mira la realidad de todos los hombres. La luz ilumina todo en la poesía, las cosas se revelan en silencio y el ojo que las ve les otorga vida al nombrarlas. Esta voz que habla de la luz, del mar, del color azul y de la palabra como quien escucha surgir el agua entre sombras, con un pulso poderoso del espíritu de la piedra, viene del sur y enaltece la poesía. Restituye lo que el hombre ha perdido en el músculo de la monotonía. No finge. Dibuja otro mundo donde arde una llama indestructible.
De ahí el poeta toma todas sus fuerzas. Los marineros en altamar, conocen lo que significan los ecos de los vientos cuando estos se encuentran en medio del mar o antes de iniciar la travesía. Descifran las señales que les otorgan las fuerzas extrañas, incluso, el silencio mismo. Este acto solo lo otorga la experiencia y la luz, la misma luz que cada día renueva todo. No es extraño lo que señalo, una prueba de la plasticidad poética y que da valor a su palabra se encuentra resuelto en el título de este libro Derrota de mar.
Juan Carlos Recinos