“Ritual, más no templo”. Aldo Vicencio canta o no canta en un lenguaje que se sabe incapaz de construir. P Ú L S A R es un libro que abrasa y abraza intentando autoformarse a partir de una imposibilidad, un lenguaje que se enuncia para disiparse. El verso engendra dos cuerpos que se funden: Un cuerpo mesiánico descompuesto y un cuerpo mortal enfermo. Ambos inflexiones del destino entrópico del lenguaje hacia el descarne. Pero P Ú L S A R esconde otra lectura alejada del pesimismo lingüístico-metafísico. Quien logre soportar el “pudridero en adoración”, llegará a la promesa del silencio hueco como la cúspide ambiguamente cristiana de una voz lírica que, a su pesar, se mantiene creyente y aferrada a una carne que se niega a limitar como suya. Quizá la ausencia del mesías es la única manera de enunciar la posibilidad de otro tiempo: comunión de verdad para los cuerpos mutilados y sin voz.
Esteban López Arciga