La ciudad se trasforma a cada instante. Este hermoso e inasible lugar, esta vieja metrópoli, hace lo que le da su gana. Este mismo fenómeno le sucede al lenguaje. Por más que academias intenten limpiarlo y fijarlo, el lenguaje muta juguetonamente, resistiéndose a ser aprisionado en un tiempo presente inexistente. BigMetra tiene el mérito de entender estas dificultades.
Con una serie de fotografías literarias, en su primera novela, PS Guilliem logra manifestar muchas de las inquietudes, pasiones, temores y rabias de quienes habitamos esta urbe. Tomando como pretexto una revuelta colectiva de grandes dimensiones, Guilliem consigue lo que muchos narradores han intentado: hacer hablar a sus habitantes con su propia voz, con sus propios modos. No esa voz sospechada por otros novelistas que poco o nada vivieron y padecieron esta urbe. Guilliem narra y grita esta novela desde el profundo interior de la ciudad.
Seamos justos, la revuelta imaginada no sólo es un pretexto para dar paso a la narrativa. Las sublevaciones son el alma de esta novela. Hay en BigMetra la esperanza de que las insubordinaciones -aquellas que ocurren en las calles o en el terreno de lo simbólico- le sigan haciendo frente al tedio y a la sumisión. La revuelta y la sublevación imaginadas combaten la neutralidad ideológica que el zeitgeist pretende como norma y forma de vida de los ciudadanos.
Quién sabe: tal vez esa revuelta imaginada esté más cercana de lo que pensamos, fuera de la ficción, aquí, a punto de suceder.
