En La Verdadera Historia de las Kitties existe un juego del espejo al espejismo, un personaje que es y no es, el reflejo que en el fondo es la realidad que percibimos desde nuestro humano desconocimiento como irrealidad (ni Alicia sabe, tras su experiencia, qué hay del otro lado del espejo) y sin embargo persiste, en cuanto conocimiento poético, una capacidad latinoamericana de amar este vapuleado continente "politizando" en los textos de este poemario que, sin caer en lo panfletario o la cerrazón ideológica y oportunista, van al lenguaje en cuanto módulo abierto de comunicación y de existencia, lenguaje inestable y variable, que no descarta el residuo ni la posibilidad de lo trascendente ("y pasar de frente o a un lado, de largo/o hacerse bolas, mira Kitty"): ahí el lenguaje se distiende en concentración, esa es la manera que tiene Jocelyn Pantoja para lanzar el dardo necesario.
José Kozer