La necesidad de rastrear los orígenes de las Humanidades Digitales y las formas en que éstas modifican las prácticas de nuestras disciplinas se ha vuelto imperante; saber cómo cambia el estudio de la literatura o del arte al usar tecnologías digitales confirma que los modelos que seguimos y desarrollamos tiene validez no sólo desde las HD, también desde la historia del arte o de la edición académica, y que éstas, a su vez, modifican las disciplinas y la forma en que nos enfrentamos a ellas. La importancia de los proyectos de humanidades digitales reside tanto en la contribución que cada uno haga a su campo de estudio –filología, historia del arte, edición–, como en la posibilidad de crear parámetros de interpretación que conviven y enriquecen las formas de interpretación tradicionales, resurgen cuestionamientos sobre la naturaleza misma de los objetos de estudio; se replantea la definición de texto, de la obra de arte, de la literatura; se cuestiona la postura del lector, del espectador, del artista y del propio investigador. Los roles se ven súbitamente alterados; el lector se vuelve poeta, el programador se vuelve artista, el código mismo se lee como obra de arte. El curador se enfrenta a los metadatos, el editor a la publicación enriquecida. El concepto de original cambia y la materialidad se transforma en una cadena de ceros y unos. Este volumen es un claro ejemplo de cómo las Humanidades Digitales son un acercamiento al estudio y la producción cultural. La tecnología ha permitido crear, estudiar, producir y considerar formas distintas de contenidos.