El libro de Leonora Alonso es un viaje por el amor y la muerte. Un viaje atropellado y pausado que se va haciendo en lentos estadios, a veces muy breves, en los que toca con precisión el punto del dolor. Sentencias anudadas en donde abre pedazos de historias inconclusas, los recorre hendiéndolos y dándoles el sentido de un incesante preguntar. Ni narrativa, ni poesía, ni filosofía. Esta escritura es una búsqueda por encontrar la palabra que pueda nombrar la experiencia de vida hecha carne, devenida texto, enredada. Para Leonora Alonso la consigna es clara. No queda sino pensar. No queda sino habitar con calma las sinuosidades del pensamiento y darles forma y darles un lugar. ¿Para qué se escribe? En todo caso, no queda sino escribir. No queda sino intentar salir del habitáculo del pensamiento que se da vuelta encerrándose patológicamente sobre sí mismo en asfixia de sí; intentar salir y volcar en escritura lo que de otro modo se tornaría en grito desesperante que no deja vivir. Entre el amor y la muerte. Así deambula este texto hecho de aforismos, de microrrelatos, de poemas que han sabido encapsular en sus 44 esferas de límites bien definidos y de figura concisa las posibilidades de quien ha aprendido a vivir soportando el peso de las palabras entre las cosas. La lectura de Pensamiento, palabra, obra y omisión ofrece, a quien recorra las esferas, imágenes prístinas y consumadas de la prosa literaria de Alonso, en las que se puede hallar las líneas de fuga para ir y regresar sobre lo que ha sucedido, para luego volver a leer las 44, cada vez y otra vez.
María Antonia González Valerio