En 1956, al precisar el origen de la filosofía náhuatl, Miguel León-Portilla señaló que su primera formulación “se llevó a cabo a base de metáforas y con los ropajes del mito”, porque en los primeros estadios del pensamiento racional, éste formula sus atisbos a base de símbolos, donde los mitos ofrecen el contenido que hace posible su comprensión. No obstante, como filosofar sería algo más que ver el mundo a través de las narraciones míticas, su preocupación fundamental radicó en mostrarnos que los nahuas percibieron explícitamente problemas en el ser de las cosas, manifestando dudas de las soluciones propuestas por su religión, preguntándose racionalmente sobre el origen, ser y destino del universo y del hombre.
Años después de que los textos donde se encontró la filosofía náhuatl fueran severamente cuestionados, en un acto de prestidigitación conceptual ignorado por críticos y apologistas de su trabajo, León-Portilla cambió en 1993 los propósitos originales de su obra —la búsqueda de la filosofía náhuatl y sus filósofos— por el estudio de las concepciones míticas que originalmente había soslayado, por considerarlas fases filosóficas primitivas. Ésta es pues, una historia de la defenestración y reivindicación del mito, formulada no sin paradoja por el mismo investigador, en las sucesivas ediciones de una obra clásica de la historiografía nacional.