Primero llegó la empleada, Esmeralda, marchando. Se apostó al lado de la puerta e hizo un alto. Se llevó la corneta a los labios y dio un toquido, luego, gritó:
-¡La señora generala doña Frnacisca Guillhermina Henriquetta Edméa Vasconcellos Barros e Barcellos Torres de El Kathib, vizcondesa del Cerro del Jarau!
Y en un movimiento increíblemente ágil para su edad, saltó hacia atrás, dió un puntapié en un cilindro y el tapete rojo del día de la llegada entró por la sala, desenrrollándose. Por encima del tapete, con las manos en la cintura, pasos cortos y duros, entró la mujercita.
Era importante, a pesar de su metro y medio...
Estaba comenzando la fiesta en la que se perdió la espada del general. Una fiesta apoteóticamente divertida. Más divertida aún es la pesquisa para encontrar la espada extraviada.
Estás invitado.
Primero llegó la empleada, Esmeralda, marchando. Se apostó al lado de la puerta e hizo un alto. Se llevó la corneta a los labios y dio un toquido, luego, gritó:
-¡La señora generala doña Frnacisca Guillhermina Henriquetta Edméa Vasconcellos Barros e Barcellos Torres de El Kathib, vizcondesa del Cerro del Jarau!
Y en un movimiento increíblemente ágil para su edad, saltó hacia atrás, dió un puntapié en un cilindro y el tapete rojo del día de la llegada entró por la sala, desenrrollándose. Por encima del tapete, con las manos en la cintura, pasos cortos y duros, entró la mujercita.
Era importante, a pesar de su metro y medio...
Estaba comenzando la fiesta en la que se perdió la espada del general. Una fiesta apoteóticamente divertida. Más divertida aún es la pesquisa para encontrar la espada extraviada.
Estás invitado.