El triunfo en el 59 de la Revolución y el ascenso de Fidel Castro al poder cambiaron la vida de millones de cubanos, pero eso fue sólo el principio del complejo periplo de la isla durante el último medio siglo: un embargo cortesía de los Estados Unidos, la presencia patriarcal de la Unión Soviética, el Periodo Especial y una serie de acontecimientos políticos y sociales que culminaron en noviembre de 2016 con un giro definitivo de la Historia: la muerte de Fidel. Los ojos del mundo estaban puestos en Cuba, expectantes de su destino ya sin el liderazgo (o el yugo) de una de las figuras más emblemáticas —odiada por unos e idolatrada por otros— de nuestro siglo.
En Cuba sin Fidel, Julio Patán realiza un viaje de descubrimiento doble: por una parte, la crónica de cómo vivió esos primeros meses de orfandad una población que se abría paso, poco a poco o en tropel, hacia una modernidad que se conocía a medias y se entendía casi nada; por otra, el análisis crítico y sin maquillaje de una realidad que el filtro del sentimiento revolucionario no siempre permite apreciar en su verdadera dimensión.