Las narraciones que componen este volumen van del relato fantástico a las evocaciones de espacios y personas perdidos y recobrados en los largos pasillos de la historia personal; del retorno y la derrota de un superhéroe de utilería a los púberes que nunca serán poetas pero que en los pizarrones escolares hacen valer el derecho a la poesía en la constreñida solemnidad del aula. Sobre la narrativa del autor, dice Juan Villoro: “Lo primero que leí de Ogarrio fue el cuento ‘El baile de Augusto’. En un espacio muy breve convoca diversas territorialidades y demuestra, en el avión de sus personajes, que el mejor medio de transporte es la lectura: tres o cuatro planos se intersectan con fuerza, gracias, entre otras cosas, a la prosa medida con la que escribe; cede el énfasis cuando es necesario y escoge adjetivos o injurias cuando vale la pena subir el tono”.