En Notas inauditas, Ingrid Solana conversa a lo largo de siete ensayos con Maurice Blanchot, Hélène Cixous, Jules Michelet, Pascal Quignard, Sara Uribe y María Zambrano, entre otros autores. Dialoga con ellos sobre un tema medular: la escritura como “cicatriz del olfato”, “puente entre tiempos” o como un “animal que muere despacio”. El tejido textual es imbricado, se desdobla y ramifica: parte de experiencias puntuales y cotidianas sólo como pretexto para abordar la contaminación, la literatura después del boom, la violencia o la historia secreta de las mujeres. Y se pregunta: ¿Por qué escribir se parece a un bisonte detenido en la prehistoria? La voz es rutinaria; la escritura, inaudita, inmóvil como el bisonte en Lascaux o la risa congelada de una dentadura en nuestras manos.
De acuerdo con Aura Penélope Córdova Luna, Ingrid Solana es una autora “que equilibra el rigor argumentativo con la vehemencia que provoca la literatura en los verdaderos lectores, los que tienen la curiosidad arraigada en el espíritu”, y añade que su escritura, siempre en busca “de la grieta”, es “honesta y minuciosa, se autodeconstruye para volver a reconstruirse” y, desde ese proceso, “abre canales de diálogo con ese otro que es el lector.”