Óscar, María y Román se conocen hacia sus diez años, en un internado que será para ellos campo de juegos y espacio sagrado, pero también un puente hacia la noche oscura del alma; ninguno de los tres protagonistas de esta novela puede evadir el dolor y todos comparten grandilocuentes fantasías. Tal vez sea eso lo que los une y los hace atravesar soledad, orfandad y la necesidad de tomar decisiones que involucran dos muertes y habrán de marcarlos por el resto de sus vidas. Luego, el destino los separa y sólo se reunirán veinte años más tarde.
Veinte años, nada menos. Para cuando su reencuentro ocurre, los tres son ya otras personas, adultos con vidas que luchan por llevar a metas más altas, a veces con desaliento y otras con entusiasmo inextinguible. Tres adultos comunes con problemas comunes, tres vidas promedio, se diría... pero en su presente y en su pasado hay nudos por desatar: la homosexualidad, la venganza, la culpa matricida, el amor soterrado. Como sabremos y atestiguaremos, juntos de nuevo buscarán respuestas tanto en sus circunstancias actuales como en esos niños que fueron.