Luis García Montero edifica un yo poético que es amante y ciudadano a la vez, sin fisuras entre las esferas pública y privada, en una actualización contemporánea del tópico renacentista del poeta soldado. Los escenarios urbanos, la incorporación de objetos y rituales de la vida cotidiana son una cifra reconocible de su estilo y de la llamada Poesía de la Experiencia. Su lírica revela que los supuestos «no lugares de la modernidad» son «lugares antropológicos» gracias a experiencias de intercambio amoroso que han modificado sus códigos —incorporan el desplazamiento, la velocidad, los medios remotos de comunicación— pero que no por ser transitorios o «líquidos» dejan de ser epifánicos ni de posibilitar vínculos humanos significativos, factibles de ser recreados por la memoria y de trascender por la poesía. La idea de navegabilidad del mundo es medular en sus versos: aire, tierra, calles, árboles y ciudades pueden ser territorios navegables gracias a un solapamiento de realidades que no se presentan enfrentadas. El mar, más que una topografía, es un estado mental, un paraje de la fantasía, una recreación de la infancia. Esta edición de su poesía escogida busca iluminar esa otra vertiente de su obra, preñada de imágenes audaces y heredera de la potencia de los maestros del 27’. Vita flumen: el tiempo es agua que nos fabrica y nos deshace.