Los chistes son obras del anonimato: aparecen, se festejan, se divulgan, pasan a ser famosos o se pierden. Hay algunos que se deforman al agregarles características no originales; si se aceptan, son repetidos por el vulgo y trasmitidos por los profesionales cuenta-chistes conocidos de una región para después, ser impresos por los órganos de difusión periodística. El buen tino de un editor consiste en seleccionar los mejores e intercalarlos entre las páginas a su cargo, ofreciendo una temática variada que se brinda a los lectores para crear un espacio de humor. Entre las pinceladas de humor recopiladas por Jorge Alberto Chaleco Ruiz se encuentran chistes de época que comprenden ochenta años de periodismo sudcaliforniano, que seguramente contribuyeron en fomentar el espíritu ingenioso de este pueblo.
Gilberto Ibarra Rivera