Aquí en la isla está organizado de manera que los títulos nos llevan paso a paso al contexto de la historia relatada, historia de amor y soledad, como escuchar el canto de un náufrago; para quien sólo existe lo que mira a su alrededor: mar, cielo, agua, arena, sol, espuma, olas, el canto del mar, el canto de su propia soledad y la muerte, eje central del poemario. Encontramos a un hombre devorado por su conciencia, que nos sumerge en su mundo, recreando el estado y el sitio donde se encuentra: preso en la isla de su propia existencia, donde lo único que él mira es naturaleza, manifiesta en la extraordinaria brillantez del sol, reflejándose en el mar y en la arena; y en la aterradora belleza que reproduce por las noches, lo que solo sirven para hundir más el alma de quien sucumbe ante su aterradora soledad, propiciada por el pensar en la amada y no tenerla; mirarla y no encontrarla, sentirla en su ser como uno mismo sobre las ondulantes olas y encontrarse solo.
El personaje se pregunta si en medio de tanta belleza puede encontrar la felicidad. Lo intenta, pero no, su alma se llena de miedo y cita a Platón y su concepción sobre él mismo. El poeta acaba por entender que necesita el amor de la mujer amada; no puede ni podrá dejar de vivir en sociedad, sin correr el riesgo de perder la razón.
Con un estilo formal y aludiendo a cada paso tanto a los clásicos como a escritores contemporáneos, Villamar, como ya es su característica, nos brinda sus conocimientos en la materia y hace gala de todas las licencias literarias, además de utilizar una excelente topografía para hacer las descripciones del lugar y los paisajes que cita, resaltando su belleza estética. El poemario está escrito en verso libre, destacando la claridad y la armonía que lo transforman en lectura exquisita y de gran erudición.
Rosa Ma. Esquivel