¿Quiénes son las mujeres bonsái? ¿Edith? ¿Eva? ¿Eloísa?
En esta novela de Patricia Rodríguez todas ellas, descritas por Frida, su psiquiatra compartida, tienen algo de pequeñez, como los árboles japoneses llamados bonsái. Esos que no crecen. ¿O acaso no se les deja crecer?
En el caso de los personajes de Rodríguez, las mujeres representan un objeto de sometimiento, de pequeñez emocional y de incomprensión que viven situaciones por demás absurdas. Estas mujeres, de la mano de Frida, una psiquiatra a quien le hubiera gustado ser trapecista o bailarina de ballet acuático, buscan romper la maceta de la opresión en la que viven.
Dice la conocida escritora mexicana Mónica Lavín de La mujer bonsái: “Por medio de Frida, la psicoanalista impuntual y desde su pequeño consultorio que funciona como eje geográfico de la novela, la autora teje una serie de absurdos que conforma una parodia de nuestra sociedad actual. La autora arma un relato donde todos tienen que ver con todos, un pequeño microcosmos donde con estilo incisivo y antisolemne desenmascara los recovecos de las actitudes y las circunstancias humanas."