El sojuzgamiento del hombre de carne y hueso por el hombre de hierro es la metáfora con la que Marx alude a la dominación del trabajador por la máquina y con la que Armando Bartra describe la polimorfa opresión capitalista. Descubre así que la ciencia y la tecnología no son neutrales sino que interiorizan la racionalidad capitalista y por ello tienen a la especie humana al borde de la extinción.
Sin embargo, también ve que el hombre y la naturaleza son entidades rebeldes a las que se puede poner precio pero cuya reproducción escapa al círculo vicioso de la valorización del valor. La misma perspectiva le permite cuestionar tanto el mito de la regulación automática de la producción por el mercado como la imagen de la revolución como evento fulminante y proponer revoluciones lentas pero tercas en las que se combine la prosa con la poesía, la necesaria ingeniería social con la vivencia anticipada de la utopía. Así, vislumbra el nacimiento de una izquierda ecuménica dotada de un proyecto alternativo incluyente, que trascienda los particularismos sin avasallarlos.