Como dijera Francisco Tomás y Valiente: “la historia es campo de realidades, no de mitos” y, en este caso, Félix María Calleja del Rey es un personaje destacado en la historia de México, y por este simple hecho requiere de un lugar real, no mítico, como sujeto histórico de su tiempo. Su faceta más conocida es la del villano de la guerra civil de 1810. Esta visión está relacionada con su desempeño en favor de la causa realista, en la que sobresalió por su ferocidad, represión y autoritarismo en contra de los insurgentes y de la población civil, y porque, al mismo tiempo, sus partidarios lo equipararon con el conquistador Hernán Cortés. Sobre Calleja hay mucho más que decir, no para rescatarlo del olvido ni para honrar su memoria, sino porque forma parte de la historia de México y de la de España. El papel que siempre desempeñó fue el de un servidor fiel a la Corona y como tal actuó y estableció sus estrategias, y porque sin la presencia de personajes como él no podemos explicar y poner en su justa dimensión el conflicto entre las potencias europeas por la apropiación y el control del Mediterráneo; la continuación de la guerra en los territorios del norte novohispano; la crisis política de 1808; la insurgencia; el régimen gaditano; la política ejercida por los hombres del poder en la corte; el inicio de la era de los pronunciamientos, y la transferencia a la península de capitales, de procedencia legal o ilícita, acumulados en América e invertidos, en este caso, en el Reino de Valencia.