No nació con el chip, pero lo creó. De bulbos y transistores a Redes sociales, Nanotecnología, Internet, Música y su movilidad: Todo el mundo que habitan y disfrutan los adolescentes y jóvenes Millenials fue creado por la Generación de los Chavorrucos.Recientemente se ha descubierto una generación que no sabía que era tan trascendente: la “x”. Precedida por la Época de Oro del Cine en América del Norte, tanto en Churubusco/México como en Hollywood, por la generación Baby Boomers de los hippies y el ‘68, Beatles y Rolling Stones, pero también por las grandes Guerras y Revoluciones del Siglo 20, la de los Chavorrucos es una generación que se ha autodescubierto en Redes Sociales al mirar hacia atrás y ver sus grandes logros: la televisión a color –invento de un mexicano, González Camarena–, la Computación, Internet y Nanotecnología de Gadgets y Teléfonos Celulares y Móviles, la fascinación por las caricaturas y comics, exenta de terapeutas gracias a saludables juegos en patios y calles, los videojuegos, la pasión por las figuras y artículos vintage de colección, generación “de poco ruido y muchas nueces” como Edgar Escobedo Quijano, que ahora asume el papel de Moisés al guiar y llevar en este libro a la Generación de los Chavorrucos a su Tierra Prometida: su lugar en la Historia de la humanidad, al coronar con trascendentes logros generacionales los cambios de la era de Acuario, porque es una generación curtida precisamente en el ácido del cambio y la adaptación a nuevos ecosistemas histórico/sociales. Este libro es un arcoíris de remembranzas de una era a la que sin temor a equivocarnos se le podría denominar La Bella Época de Norteamérica, y quizá también de muchas partes del mundo. Esta generación sabe que en Guerras (Frías o Calientes), Revoluciones, Terremotos como el de 1957 que narraban nuestros padres, y los del doblete surrealista del 19 de septiembre: el de 1985 y 2017, nos unimos en una sola generación hermanada por las tragedias y la solidaridad y por encima del tiempo: ¡Qué deleitable es leer ciertos rasgos distintivos de una época cuyas vivencias recordamos con el cariño de siempre y en ocasiones con el dolor de la emotiva nostalgia!, sobre todo si se hace de la manera tan bella y sensible con la que nos conduce página tras página Escobedo Quijano, el autor de mayor imaginación en nuestro idioma, que en sus líneas impresionistas nos invita a perdernos y estremecernos “en alguna parte del infinito laberinto del tiempo”: el de una generación que por fin ya es reconocida y admirada. Y como extra, el libro incluye espléndidas ilustraciones de Edgar: ¡A todo color!