La originalidad enorme de Larbaud es haber inventado el primer heterónimo de la literatura moderna, y su influencia sobre Pessoa es más que probable. ¿Qué es un heterónimo? En lugar de acudir a nuestros diccionarios, casi siempre vagos, es mejor oír a Pessoa: “La obra pseudónima es del autor en su persona, salvo que afirma con otro nombre, la heterónima es del autor fuera de su persona”. El caso de Barnabooth se ajusta perfectamente a esta condición.
Barnabooth es espontáneamente poeta: lleva dentro un adolescente que no acaba de aceptar la estupidez y la perversidad de los hombres. En su amargura no hay rictus y sus accesos de furia y desesperación están templados por la ironía. Aunque desprecia el lujo en que vive, presiente que no podría vivir sin él… y se resigna.
En un país de grandes prosistas, la prosa de Larbaud es una de las más puras de este siglo. En lengua española sólo Alfonso Reyes lo iguala. Con los poemas de Branabooth y con la invención de ese personaje, comienzan un capítulo de la poesía del siglo XX en Francia y, sobre todo, fuera de Francia.