En esta novela una voz múltiple -enlazada por por entrevistas, testimonios y documentos ficticios-, reflejo de la memoria colectiva abigarrada y contradictoria, va desplegando la imagen siempre incompleta de Graciela Vidal, que parece oscilar entre la santidad y la perversión, la idolatría de unos y el descreimiento de otros; entre la veneración, la envidia y el deseo. En Pan de mi cuerpo se trata lo erótico y lo religioso en un marco de extrañamiento, ironía y recostrucción de una realidad tan compleja como la propia personalidad de la protagonista. Las dudas y certezas que se entretejen sobre la vida de Graciela Vidal, las raras circunstancias de su muerte y las motivaciones de los seres que se mueven a su alrededor como fichas de un gran juego cuyas reglas no conocen, dejan aún espacio para que también el lector ejerza su derecho a la especulación sobre las motivaciones humanas y divinas del personaje.