El albur no es insulto ni ofensa, sino un juego verbal en que deben evitarse las respuestas manidas o simplonas. Un alburero elegante puede ser mal hablado, pero procura evitar vocablos soeces al reaccionar en menos de tres segundos. Parece difícil, pero «a la larga te acostumbras», dice Miguel del Valle Pavón, quien ofrece este práctico prontuario con diversos ejemplos para respoder, con gentileza, a un ataque verbal de esta índole. Comprende albures para preferencias, personas y momentos especiales («Dime cualquier palabra y te la rimo»), y una novedosa sección especial para las damas, a la manera del departamento de mujeres de las pulquerías.
MIguel Ángel Godínez
* Esta contraportada corresponde a la edición de 2017. La Enciclopedia de la literatura en México no se hace responsable de los contenidos y puntos de vista vertidos en ella.