Wallace Stevens empleó poco la personae. El lenguaje en sí mismo le sirvió de máscara: la máscara del estilo. El conflicto entre la identidad empírica y poética fue encarnado por un lado por su vocabulario y su dicción, por su extremo artificio y preciosismo; por el otro, por la directa franqueza vernácula. Esto es verdad sobre todo en sus primeros poemas, como "The Comedian as the Letter C," con abundantes palabras eruditas, arcaicas o exóticas cuya única función es la misma del vestido y el maquillaje del payaso:
El hombre obediente,
Que planta su prístino coral en Florida
Debe aguijonear, no el salterio
Sino la cuerda categórica del banjo,
Aprieta, aprieta mientras el flamingo sacude sus ensenadas.
La mayoría de sus poemas –como muchos de Rilke– son poemas sobre la poesía, o sobre el proceso poético, aunque se alimenten del amplio espectro de la experiencia sensual. Muchos de ellos se asemejan a esa especie de poemas fonéticos casi sin sentido que Edith Sitwell escribía en la misma época, de su Bucolic Comedies a Gold Coast Customs.
Michael Hamburger