A un escritor como Max Aub, proteico y disperso, que transita de la vanguardia al realismo y de allí al clasicismo y a la transparencia en la práctica de varios géneros, hay que tratar de asirlo desde todos los flancos. Uno privilegiado es el de las imágenes: de la de apenas un niño recién nacido a las del hombre maduro poco antes de su muerte; la que dejó en el imaginario colectivo -algo más que la suma de cada uno- y la de sus libros y su actividad de hombre de letras y de cultura. México fue el país en el que vivió prácticamente la mitad de su vida y la serie de fotos, caligrafías, testimonios y retratos aquí reunidos se llena de nostalgia, pero también de afirmación del presente de este Euclides -calle en la que vivió en la ciudad de México- contemporáneoA un escritor como Max Aub, proteico y disperso, que transita de la vanguardia al realismo y de allí al clasicismo y a la transparencia en la práctica de varios géneros, hay que tratar de asirlo desde todos los flancos. Uno privilegiado es el de las imágenes: de la de apenas un niño recién nacido a las del hombre maduro poco antes de su muerte; la que dejó en el imaginario colectivo -algo más que la suma de cada uno- y la de sus libros y su actividad de hombre de letras y de cultura. México fue el país en el que vivió prácticamente la mitad de su vida y la serie de fotos, caligrafías, testimonios y retratos aquí reunidos se llena de nostalgia, pero también de afirmación del presente de este Euclides -calle en la que vivió en la ciudad de México- contemporáneo.