Benditos esos lunes de café no es una novela más de mujeres sobre mujeres. Es literatura de altos vuelos. Y yo la celebro como se celebra un beso o un vaso de agua refrescante. Ni la menor idea tenemos los varones de lo que platican dos mujeres cuando las vemos bebiendo un café; y ni menos nos imaginamos lo que cruza por su mente y por su boca cuando en lugar de dos son tres, e inconcebible lo que tienen que decirse cuando a esas tres se suma una cuarta. Novela tan apasionante como divertida, Benditos esos lunes de café da cuenta de esas mujeres, de las pasiones y tragedias que viven, del terreno minado por el que tienen que desplazarse en una suerte de cofradía. Sin animadversiones gratuitas contra el varón, sin feminismos fantoches, avanzan paso a paso, siempre solidarias, siempre fraternas, hacia el descubrimiento de sí mismas. Pero para ser realmente eficaz, esta novela tenía que ser contada por una mujer. Una mujer de a de veras, con vocación de narradora, con devoción por la palabra escrita. Y esa mujer sólo podía serlo Mariví Cerisola, escritora genuina, dueña de una mano vigorosa y certera, que con Benditos esos lunes de café nos permite asomarnos a ese enorme misterio que significa el mundo de la mujer. Visto ese entorno a través de cuatro personajes protagónicos: Simone, Marisa, Carola y Mary Paz. ¿Por qué cuatro y no cinco? ¿Por qué cuatro y no tres? Porque las cuerdas del violín son cuatro, y con ésas le basta al más delicado instrumento creado por la humanidad. Porque cuatro son los puntos cardinales, y con ésos le son suficientes a un hombre para orientarse y encontrar su destino. Cuatro mujeres que hacen del lector un cómplice en esta suerte de rueda de la fortuna que significa la vida misma.
–EUSEBIO RUVALCABA