Cabeza Ajena, de Andrés Cota Hiriart, se impone como una novela de aventuras y un relato científico. Es también la historia de una atracción inevitable y de un viaje íntimo y al mismo tiempo revelador. Cabeza Ajenaes la prueba de que, como pensaba George Steiner, los seres humanos se relacionan y se definen en su afán inevitable de saber o conocer a toda costa.
Un grupo de amigos experimenta consumiendo diversas sustancias a lo largo de un recorrido en el que la curiosidad y el conocimiento estrechan las relaciones y la amistad entre Camilo, Boris, Genaro y Valenzuela. La aparición de una mujer pelirroja, la gentil paramédica, Nina, es también el detonante sexual y amoroso que llevará a Camilo hacia una profunda auscultación de si mismo. Nina se unirá al grupo y su presencia será determinante en la visión que los amigos poseen de la experiencia física y sicológica en el espacio de las regiones alteradas. Un final inesperado e insólito hace, además, que la lectura de esta novela nos lleve a la reflexión científica y al enigma literario.
“Planetas, estrellas y galaxias pasaron zumbando mis oídos como balas, solamente que quien se estaba moviendo a la velocidad de un proyectil, era yo. La Vía Láctea se presentó en el horizonte y segundos después era justamente nuestra galaxia la que dominaba mi campo visual. Sistema solar, Plutón, Urano, Saturno, Júpiter gordo como Valenzuela; planeta Tierra, atmósfera, nubes, continentes, montañas, Ciudad de México. Por una fracción de segundo capté mí cuerpo tumbado en el sillón; después, con la fuerza de un meteorito, me impacté de lleno contra mí mismo.”