Patéalo, pensé, patéalo... Pero no pude hacerlo. No podía moverme. No podía hacer nada. Todo lo que podía hacer era mirarlo, incrédula, mientras él apretaba mi mano y se acercaba aún más...
* Esta contraportada corresponde a la edición de 2009. La Enciclopedia de la literatura en México no se hace responsable de los contenidos y puntos de vista vertidos en ella.